En épocas de estrés extremo, un buen masaje es una gran alternativa. Evidentemente, debe realizarse en espacios que cumplan con todas las normas sanitarias, algo imprescindible mientras seguimos en el escenario pandémico actual.
Al decidir hacerse un masaje es probable encontrarse con varios nombres y técnicas diferentes. Lo más común es pedir uno de relajación o uno descontracturante, pero el espectro es mucho más amplio y no se limita única y exclusivamente a esos dos clásicos. ¿Cómo saber cuál es el que necesito? En Práctico conversamos con dos profesionales para entender en qué consiste cada uno de ellos.
Lo primero es comprender cuál es nuestro objetivo: terapéutico, estético o deportivo, categorías en las que se podrían distribuir los distintos tipos de masaje, según el “Manual Profesional del Masaje”, del doctor español Jesús Vázquez Gallego, especialista en Rehabilitación y Medicina Física.
Dentro de esas categorías existen diferentes técnicas, pero con puntos en común. Badir Zará, académico de la Escuela de Kinesiología de la Universidad de los Andes, señala: “Dentro de la masoterapia, independiente de la técnica que se realice, todas van trabajar según la percepción del paciente y la respuesta de su tejido muscular y conectivo posterior a manipulación”.
A continuación, una descripción experta de algunos de los masajes más comunes.
El masaje relajante consiste en la realización de maniobras superficiales en las que la intensidad de la presión es suave y el ritmo lento y reiterativo, de manera que al recibir un contacto repetido y constante, se pierde la sensación de dolor y los músculos se relajan.
Un masaje descontracturante, como la propia palabra indica, se utiliza para relajar la musculatura y disolver las contracturas que se producen por el estrés, las malas posturas, la falta de descanso o una vida demasiado sedentaria.
Se reconoce como un masaje intermedio entre uno de relajación y uno “descontracturante”. Ideal para personas más sensibles que necesitan trabajar y aliviar la tensión de los músculos.
Por ello el drenaje linfático es un tipo de masaje, suave y ligero, que se aplica sobre el sistema circulatorio y cuyo objetivo es movilizar los líquidos del organismo para favorecer la eliminación de las sustancias de deshecho que se acumulan en el líquido que ocupa el espacio entre las células.
Combina el masaje terapéutico tradicional con el uso de piedras calientes de origen volcánico en distintos puntos de la espalda, principalmente. Éstas se ubican en esas zonas de los chakras con la intención de que la energía fluya de manera adecuada, para así aliviar los malestares de la persona.